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Kumaichi Horiguchi; embajador que salvó la familia de Fco I. Madero

El excelentísimo embajador japonés Horiguchi Kumaichi

* Aquí el relato del gesto heroico del embajador japonés

* Tardó México más de 100 años en reconocer a Kumaichi

* Exsenador Patricio Martínez quien llevó el tema al Congreso de la Unión

Por: Redacción 07 Marzo 2020 12:43

A propósito que esta semana estuvo en Chihuahua el Ministro de la Embajada de Japón, Ryosuke Kuwana, a diversos eventos de la UACH y ante los juegos olímpicos Tokio 2020, nuestro estado, en voz del ex senador Patricio Martínez, fue quien reclamó el reconocimiento a Japón por la gesta heroica del embajador Kumaichi Horiguchi en la Decena Trágica.

Patricio Martínez en el 2015 propuso un punto de acuerdo en la Cámara de Senadores y relató ante la tribuna los actos heroicos que los japoneses en México vivieron para salvar a la familia de Francisco I. Madero, "presento ante ustedes punto de acuerdo con solicitud de decreto, para honrar la memoria de hechos trascendentales en la historia de las relaciones diplomáticas México-Japón".

A continuación el relato que el exsenador Patricio Martínez García llevó a la tribuna:

"En la madrugada del 9 de febrero de 1913, se alza el General Manuel Mondragón y abre las puertas de la prisión a los Generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, desarrollando rápidamente una acción que da por resultado la toma de Palacio Nacional y el desarrollo de una lucha armada entre los insurrectos y las fuerzas leales al Presidente Francisco I. Madero.

En cuestión de horas, Palacio Nacional es recuperado y las tropas comandadas por traidores, se atrincheran en La Ciudadela.

Entonces se da el bello gesto de la Marcha de la Lealtad, donde cadetes del Heroico Colegio Militar, dan protección al Presidente Madero en las calles de la ciudad de México, del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional.

Ese día, la paz y la tranquilidad de los civiles se pierden al convertir el centro de la ciudad de México en campo de batalla, tierra de fuego, sin seguridad para nadie, interrumpiéndose los servicio de electricidad, transporte, policía y demás.

Al atardecer de aquel día, de la gran traición, reciben refugio en la Legación de Japón, los padres, la esposa y dos hermanas del Presidente Madero con su personal de apoyo, un número mayor a 30 personas. Reportes iniciales informan de más de trescientos muertos y heridos frente a Palacio Nacional, ese día.

Un diario acucioso llevado aquellos días, nos permite conocer lo ocurrido al interior de esa Legación, que en la aglomeración de tantos refugiados, para el lunes 10, querían ver con optimismo la posible recuperación de la paz y la tranquilidad, lo que se desvanece cuando los combates en La Ciudadela, para el martes 11, reportan más de trescientos muertos y quinientos heridos.

El miércoles 12, en dicha sede diplomática, se escucha la intensificación del cañonero y el constante tableteo de las ametralladoras, que aumentan la angustia del personal y sus refugiados, que carecían de espacios y habían agotado sus víveres.

En tal situación, residentes japoneses en México, desde los primeros momentos, se aprestaron a servir, llevando camas, suministros y a apoyar en el servicio a la familia Madero, para lo cual hacían heroicos viajes en un camión, que abastecía de provisiones, desde Tacubaya a la Legación, ubicada en la colonia Roma.

Igualmente, en misión diaria entre fuego constante en las calles de la ciudad, residentes japoneses hacían labor de mensajería y comunicación telegráfica que permitiera el reporte a Tokio de lo que ocurría en el interior y en la Ciudad de México.

Para el jueves 13, se recrudece el combate y proyectiles impacta la sede diplomática, reportándose para el viernes 14 explosiones con intensificación de metralla, que en paralelo siembran angustia y desesperanza a la población y a la familia refugiada.

Ese día, a las 14:00 horas, al escuchar la alarma de incendio, desde la azotea del mismo edificio la familia Madero y el personal observan, en silencio doloroso, el gran incendio provocado en la casa de la familia Madero, ubicada en la colonia Juárez.

La familia estaba sumida en el caos. Banca comercio, servicios, todo suspendido, con el cálculo de más de cinco mil muertos y heridos, estimando que el 90 por ciento de las víctimas eran civiles. El ambiente se impregnaba con el olor repugnante de los miles de cadáveres incinerados con petróleo a cielo abierto.

El sábado 15 de febrero, ante la amenaza de la representación de Japón, sale la familia Madero a refugiarse en el Castillo de Chapultepec. Lejos de contar con la protección de fuerzas militares o policiacas en su traslado, aquí un hecho muy importante, el jefe de la Legación Diplomática, el Excelentísimo señor Kumaichi Horiguchi, decide enviar a su propia familia como escudo, a sabiendas de que las balas y la metralla no conocen de esos acuerdos internacionales.

Esa noche,más de veinte residentes integrantes de la colonia japonesa armados con pistolas, rifles y sables, custodian la Legación del posible ataque hasta el amanecer del domingo 16.

El lunes 17, la fuerza de la costumbre hacia aceptar la intensidad de los cañoneos, lo que el martes 18 hizo extrañar a la población por el inusitado silencio que se observó en la mañana de ese mismo día. Por la tarde, se recibe la información de un posible bombardeo al Castillo de Chapultepec, lo que lleva al señor Kumaichi Horiguchi a desarrollar el operativo, para llevar de regreso a la Legación a la familia Madero y a su propia familia.

Entonces, en esos momentos se enteran de la gran traición de Victoriano Hurta, que desde la noche anterior había hecho prisionero al Presidente Madero y a su gabinete, en Palacio Nacional.

El miércoles 19, los rebeldes exigen la renuncia del Presidente prisionero, de quien escriben las crónicas, su rechazo textual expresado en la breve frase de: “Aunque me maten, no renunciaré”.

Foto.- Francisco I. Madero (al centro) y familia. A la izquierda del presidente, con sombrero, su esposa Sara. (1912)

Para presionar la renuncia, se filtra nuevamente el rumor de que se hará el bombardeo de la Legación, aniquilando a la familia Madero y, por consecuencia, a inocentes refugiados y a quienes les daban protección.

De inmediato, como lo relata en su sentido testimonio el honorable representante de Japón, el Excelentísimo señor Kumaichi Horiguchi, acompañado del Secretario Kinta Arai, y del residente docto Suzuki, solamente armados con un maletín de emergencia, se dirigen a Palacio Nacional, protegidos con una pequeña banderita del Sol Naciente, como si ésta fuera suficiente para blindarse ante los ataques que había entre los bandos, y lo hacen entre el fuego cruzado de los bandos en conflicto, con alto riesgo para sus vidas.

Al llegar a Palacio, explican el motivo de su presencia, acreditan su condición diplomática y solicitan entrevista con el jefe de la rebelión Victoriano Huerta, la que logran de inmediato. Ahí, en larga y detallada entrevista, explican el motivo de su presencia y exigen garantías para la Legación japonesa y sus ilustres refugiados, la que sin más posibilidades en contrario, es concedida, reafirmando el respeto que la norma internacional y humana establecen para estos recintos y sus residentes.

En esta entrevista, aprovecha el Ministro Kumaichi Horiguchi, no solamente para exigir garantías, sino también para dejar plasmada una gran, gran lección de humanismo en la diplomacia.

Para evitar malas interpretaciones en su actuación como diplomático, entonces expresó: “Hay un adagio en el Japón que dice que al ave perseguida que se refugia en la casa de uno mismo, no se le puede matar. Al que viene pidiendo asilo, no se le puede negar. Sin distinción de partidos ni de clases, todo el mundo tiene que ser protegido, mucho más tratándose de personas ancianas y sin protección, como los padres del señor Madero y sus familiares. Es la simpatía que tienen los japoneses por los mexicanos en general, sin distinción, y esa protección que dio la Legación a la familia del Presidente no fue por tratarse de esa familia, sino que se le daría la misma protección a cualquier mexicano”. Palabras textuales del señor ministro Horiguchi.

En esa circunstancia, el ministro aprovechó para pedir al carcelero mayor le permitiera una entrevista con el presidente prisionero, la que logra trasladándose al primer piso de Palacio, dando palabras de aliento al presidente y en un conmovedor diálogo, informándole que su padre, su madre, su esposa y sus hermanas seguirían siendo protegidas por el pueblo de Japón en su Legación en México.

La misma noche del 19 de febrero, el señor Kumaichi estuvo al pendiente en la estación del ferrocarril para, hasta la madrugada, esperando en vano al Presidente Madero, que llegara a la misma para su viaje a Veracruz, rumbo al exilio nunca alcanzado.

En las horas de ese día, Victoriano Huerta arrebata la renuncia de Madero, firmada bajo condición de su propia liberación, y entonces se declara presidente provisional.

Ese mismo día, la familia Madero y el personal diplomático recibieron, en la Legación, un informe que el hermano del presidente Madero había sido torturado y fusilado la misma noche anterior en La Ciudadela, dando así, en aquella circunstancia, consuelo en su dolor y aflicción a sus padres y a la familia, en escena conmovedora y de gran compasión.

El jueves 20, el señor Horiguchi con el cuerpo diplomático visita Palacio y obtienen la promesa de respetar la vida de los cautivos, guardándolos en lugar seguro, sin liberarlos, para evitar su alzamiento, según ofreció el falso presidente.

La noche del jueves 20, la familia Madero sale de la Legación, quedando como única refugiada la esposa de don Francisco I. Madero.

El viernes 21, el presidente provisional recibe al cuerpo diplomático en Palacio Nacional, y el embajador de Gran Bretaña elogia abiertamente la valentía y el altruismo del ministro de Japón, quien al salir de Palacio, recibe vítores del pueblo, mientras el Presidente Madero y el Vicepresidente Pino Suárez siguen detenidos y liberado su gabinete.

El sábado 22, transcurre para prisiones, sus familias y la nación entera, como transcurren las horas de navegantes al garete y en la sospecha del inminente naufragio.

El domingo 23, a las 7 de la mañana se presenta una amiga de la señora Madero en la Legación, para informarle que la noche anterior a las 23 horas, su esposo don Francisco I. Madero, y don José María Pino Suárez, habían sido asesinados en su traslado a Lecumberri.

Sin pérdida de tiempo, con el embajador Cólogan de España, se trasladan a hacer gestiones para reclamar el cuerpo del presidente, para más tarde con los embajadores de Inglaterra y España, exigir que los funerales del señor Pino Suárez y Madero debieran efectuarse con los honores correspondientes.

Desde ese día hasta el 23 de marzo de 1913, Madame Horiguchi vistió diariamente a la viuda del presidente Madero, fecha en la que terminaron su misión diplomática".

Foto.- (enfrente) Horiguchi Kumaichi y Suchina, su esposa. (atrás) Su hija Iwako y su hijo Daigaku (1929)

Para honrar la memoria de los japoneses, el senado de la república aprobón lo siguiente: 

Primero.- Se realicen por los medios idóneos las compulsas hemerográficas y las investigaciones complementarias que reafirmen y enriquezcan los conceptos aquí vertidos.

Segundo.- Se registren estos hechos con toda su valía y detalle y se conserven como una de las páginas más bellas en la historia de las relaciones del pueblo de México con el pueblo de Japón, cuya representación diplomática en nuestro país, desde entonces, honra su generosidad y grandeza.

Tercero.- Se promueva la difusión por los medios adecuados de manera sistemática, este gran ejemplo de profundo humanismo y valentía en la diplomacia, incorporándolo en su parte correspondiente a los textos de nuestra historia patria.

Cuarto.- A 102 años de aquellos sucesos, este Senado de la República haga llegar al Honorable Senado de Japón nuestro reconocimiento a su pueblo, a su gobierno y a los descendientes del Excelentísimo señor Ministro Kumaichi Horiguchi, y a los descendientes, hacerles saber nuestro agradecimiento perene y eterno, trayéndolo a esta tribuna como un ejemplo de paz y hermandad que jamás podrá olvidarse.
Quinto.- Se informe al ciudadano Presidente de la República y al ciudadano Secretario de Relaciones Exteriores las determinaciones tomadas por este Honorable Senado, para que su actuación, si así lo decide, sea coincidente en honorar hechos tan destacados.

Sexto.- Se dé información amplia a los cabildos en todo el país, para que en el ámbito de sus atribuciones y considerando su propia circunstancia, honren la memoria del señor Kumaichi Horiguchi, dando su nombre a calles y lugares en su municipio, y así también se reconozca a los miembros de su propia colonia japonesa.

Séptimo.- Se reimprima y difunda el diario escrito por el señor ministro.

Octavo.- Si un día, en este Senado de le República, se pinta un mural, se incluya la imagen del señor Kumaichi Horiguchi.

Noveno.- Se devele, si es acuerdo del Pleno, placa alusiva a esta gesta heroica, que recuerde a la colonia japonesa en México la rica herencia de la cual goza.

Si pasó tanto tiempo para que en esta tribuna se relatara someramente en lo escrito en su diario por el señor Kumaichi Horiguchi, con lo entonces por él y su familia vivido, actuado y sufrido, que por siempre las futuras generaciones recuerden este hecho y lo conserven como un lucero fulgurante, que sin polvo y sin olvido, ilumine en las noches que con frecuencia llenan de tristeza y dolor las relaciones de las naciones.


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