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Participó científico mexicano en investigación de agujeros negros

El mexicano Joel Sánchez Bermúdez, del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México, participo junto a un equipo internacional en una importante investigacion sobre los agujeros negros.

Por: Redacción 28 Febrero 2024 09:27

Con la participación del investigador Joel Sánchez Bermúdez, un equipo internacional logró determinar que un agujero negro del universo temprano pesa 300 millones de masas solares y se sitúa en una galaxia tan solo a 2,700 millones de años, después del Big Bang.

Bermúdez explicó que con base en su peso, es poco masivo en comparación con la masa de su galaxia anfitriona (de 60 mil millones de masas solares), lo cual indica que al menos en algunos sistemas podría haber un retraso entre el crecimiento de la galaxia y su agujero negro central.

Este descubrimiento es algo inesperado, pues en el universo más local los astrónomos han observado estrechas relaciones entre las propiedades de las galaxias y la masa de los agujeros negros supermasivos que residen en sus centros, lo que sugiere que galaxias y agujeros negros coevolucionan.

El trabajo de investigación grupal, fue liderado por el Instituto Max Planck de Física Extraterrestre (MPE, por sus siglas en inglés).

El reciente hallazgo, publicado en la revista Nature, fue posible gracias al uso del GRAVITY-VLTI, un interferómetro infrarrojo que combina la luz proveniente de cuatro telescopios que observan un objeto en el cielo de manera simultánea. 

Ese instrumento incrementa la resolución por un factor de 10, en comparación con la resolución alcanzada por los telescopios individuales, señaló Sánchez Bermúdez.

Una de las hipótesis acerca del retraso de crecimiento del agujero negro respecto al de la galaxia, es que no está habiendo flujo de gas hacia adentro de este.

“Para que la masa del agujero negro supermasivo crezca necesita que haya un flujo de materia (principalmente gas) hacia este, pero puede haber mecanismos que impidan ese flujo como las explosiones estelares de supernovas, que pueden expulsar el gas de las regiones centrales antes de que pueda alcanzar el agujero negro en el centro galáctico”, detalló.

En el caso de las galaxias activas lejanas, con los métodos tradicionales de observación es difícil medir las masas de sus agujeros negros supermasivos. A pesar de que estas (llamadas cuásares u objetos cuasi-estelares cuando se descubrieron en 1950) a menudo brillan demasiado, están tan lejos que no se pueden resolver con la mayoría de los telescopios.

Bermúdez invitó a los estudiantes de física e ingeniería a que se acerquen al Instituto de Astronomía de la UNAM, el cual siempre está en busca de nuevo talento, ya que los actuales desarrollos tecnológicos como el GRAVITY+ requieren de una mayor participación.

Debido a que dentro del proyecto colaboran numerosos institutos de investigación, enfatizó que este tipo de avances científicos y descubrimientos indican que la cooperación internacional es lo que puede ayudar, como humanidad, a entender más nuestro lugar en el universo.

“Es una prueba de que cuando nos ponemos a trabajar de manera conjunta, unimos nuestros esfuerzos y sobrellevamos diferencias, podemos conseguir grandes logros”, concluyó Bermúdez.  


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